jueves, 16 de mayo de 2013


La adolescencia: Repercusiones afectivas


El adolescente vive una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que se ve sometido y que suele expresar en su conducta.
El adolescente suele tener una afectividad muy rica pero inestable; extremista en sus estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) como si también en esto -como ocurre en el mundo intelectual- "quisiera probar de todo" y "a tope".
En efecto, vive todo de forma comprometida: se mete hasta el fondo. Es capaz de grandes depresiones o entusiasmos "irreflexivos". "Son capaces de lo mejor y de lo peor"...
A veces, se muestran irreflexivos, se angustian, o les entra el pánico y "salen con bobadas" de lo más pueriles.
Por eso, su conducta resulta "rara" y muchas veces "desconcertante". Podemos plantearnos el "porqué" de todo esto:
I. Ya hemos visto que gran parte de los cambios que se dan en el adolescente (los cambios corporales y sociales) tienen un denominador común en cuanto a consecuencias: les provoca angustia.
La angustia es uno de los fenómenos más frecuentes en el adolescente. Esta angustia a veces se expresa en forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o en "nostalgias" (el adolescente que durante la noche se imagina que "sus padres no son sus padres", "que se mueren y él se queda solo"... etc.).
Otras veces se elabora en forma de rebeldía, de "depresiones", de soledad... etc.
II. Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El adolescente se nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente frente a la mayoría de las cosas.
III. La inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización, conducen al adolescente a un "meterse en sí mismo". Se vuelve introvertido y se plantea una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?, ¿adónde voy?. No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por eso piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto le desanima, duda de sí, se siente inseguro... y todo ello contribuye a que se aísle (se "encierra en su habitación"... etc.).
Esto no quita para que, frente a los demás, "mantenga el tipo" y se muestre fuerte, arrogante, incluso agresivo. Dará "contestaciones" a todo, expresará "convicciones" firmísimas... se convertirá en el prototipo de la edad difícil.
No hay que olvidar que esta manera de comportarse, excéntrica y rara, obedece a dos necesidades:
a) La de autoafirmarse y "sentirse alguien" en medio de su caos y angustia.
b) La de poner a prueba a los adultos.
IV. Esta situación afectiva incómoda del adolescente justifica -al vivir tan centrado en sí mismo- la aparición en esta fase de la vida de numerosos mecanismos de defensa a los que tiene acceso por su recién adquirida capacidad de conceptualización.
Los mecanismos de defensa más frecuentes utilizados por el adolescente y que explican alguna de las conductas que observamos en ellos, son:
- La fantasía (el "soñar despierto" imaginándose grandes, queridos, admirados...).
- La sublimación (eleva el móvil de sus acciones al no saber cómo enfrentarse con situaciones concretas y al alcance de sus manos: Es esta la época de las "vocaciones misioneras", del amor a la humanidad, del pensar en un mundo limpio y justo, de los "idealismos"...).
- La intelectualización (el "tener una razón" y "perderse en divagaciones y explicaciones" para todo).
- El ascetismo (el deseo de "poder" al cuerpo y así sentirse "controladores" de lo que les desconcierta). El deporte, la naturaleza, etc., cobran un nuevo sentido "finalista" a esta edad, ya no se practica sólo "por pasarlo bien".
Por Carmen Gómez

Notas para una educación sexual durante la adolescencia

  
Queremos empezar dejando claro que ser adolescente no es nada malo ni siquiera un momento de crisis en el sentido peyorativo de la palabra. De hecho la misma palabra adolescencia proviene de dos raíces distintas y de acuerdo a que origen le demos mas importancia se vera la actitud que tomaremos frente al adolescente.
Si se parte de la combinación entre "ad y dolescere" que significa faltan o sufrir, se manifiesta una actitud tal vez negativa que acrecentara la de por si difícil situación del chico. Por eso nosotros preferimos partir de la raíz "adolescentia y adolescere" que se refiere específicamente al crecimiento, o sea: un adolescente esta creciendo, se prepara para la adultez.
"La adolescencia ocupa el lapso de tiempo que transcurre desde el momento en que el niño deja de serlo corporalmente, hasta el momento en que psicológicamente ha logrado la definición de una personalidad propia y adulta."1
Cierto que a esta edad hay "falta" de madurez, de experiencia y se "sufren" los cambios, pero la principal característica que conviene siempre rescatar como actitud general debe ser positiva, para que toda esta etapa que lo tiene tan absorbido no sea acentuada en su negatividad por los adultos que lo rodean, esto es, principalmente sus padres y docentes.
Debemos partir del concepto de que la adolescencia es un momento crucial en la vida individual, una edad maravillosa durante la cual se asumen decisiones trascendentes frente a oportunidades que la vida ira brindando. Confusión y esperanza se conjugan en un momento que exige de nosotros máxima atención y delicado acompañamiento porque lo cierto es que no esta exento de riesgos.
La adolescencia es una gran oportunidad para reafirmar los lazos de amor con los hijos:
"La adolescencia es la segunda oportunidad que Usted (padre y madre de familia) tiene, para afirmar o ganar la mente y el corazón de sus hijos. No deben desaprovecharla (...) Si usted forma un hogar feliz razonablemente unido, es probable que aunque poco o nada entienda de psicología o pedagogía, sus hijos sean felices. Si Usted vive solo o sola por fallecimiento del cónyuge, puede compensar la ausencia con recuerdo y amor. Si Usted esta separada o separado recuerde que deberá esforzarse más, pero que con dedicación y cariño conseguirá también buenos resultados."2
Paralelamente para el maestro, que se incorpora al esfuerzo educativo del hogar, es un momento clave:
"El pensamiento que debe tenerse como educador sexual en el colegio de enseñanza media es que la educación sexual, en su esencia, es una educación para ser persona, y que si la adolescencia es la ultima batalla de la personalidad, tenemos que ayudar al adolescente a ganarla."3
Queremos destacar la trascendencia de esta colaboración con la enseñanza del hogar para que el chico crezca en su camino hacia el ser persona plena y libre: hay que ayudarle a ganar esta "decisiva batalla" que aquí recién comienza. "Si sabemos que en la época de la adolescencia el púber toma distancia del hogar y busca modelos identificativos en personas ajenas al grupo familiar, que mejor cosa puede pasarle que encontrar esos nuevos modelos identificativos en sus profesores. Seria para la familia y para el alumno algo lo suficientemente importante como para asegurar que el adolescente se sentirá contenido en identificaciones con personajes que conocen el problema y trataran de ayudar, en lugar de que esas identificaciones sean puestas en personas no deseables que lo arrastraran por un camino equivocado".4
Ahora bien, conscientes de nuestra labor frente a los adolescentes que nos necesitan veamos algunas de las características de esta especifica etapa para poder entenderlos y tomar conciencia de nuestras posibilidades en la situación.
Tengamos presente que esta descripción justificara las intervenciones posteriores, por lo que no debe extrañarnos que en algunos casos se plantee solamente el problema y se deje hasta cierto punto pendiente su solución.
Como primera medida debemos decir que EL CAMBIO es lo que caracteriza esta etapa: los cambios se dan a todo nivel, comenzando por el físico, y siguiendo por el psicológico, el social y aun el espiritual.
Antes de describir algunos de estos cambios en cada nivel no debemos perder de vista que el chico, para ingresar en esta etapa, pierde muchas cosas: su mundo infantil, su cuerpo de niño, sus padres "de la infancia", su forma de expresar sus afectos, la seguridad de tener todo en su lugar y de saber cual es el suyo.
"Esta etapa existe en si y tiene sus peculiaridades e importancia, tal como las etapas infantiles; de hecho, la adolescencia debe entenderse como 'el ultimo tribunal de apelaciones' para enmendar juicios erróneos provenientes de edades previas."5
Ahora le toca asumir nuevos desafíos, desde los que le presenta su "nuevo cuerpo" hasta los que pone sus estados de animo y la sociedad. Ya entiende mejor las cosas pero el ingresar a este nuevo mundo lo desorienta porque desconoce las "técnicas" para ubicarse en el. Por lo tanto comienza un esfuerzo por ingresar a un "lugar distinto" al cual teme pero a la vez desea pertenecer: el mundo de los adultos.
Constantemente se esta queriendo establecer con exactitud que marca el inicio de esta etapa. Evidentemente los cambios físicos son los primeros en aparecer con notoriedad pero ni siquiera ellos son ilustrativos de un momento tajante de inicio y fin de la etapa.
Lo cierto es que hoy día, por ejemplo, la consolidación del desarrollo físico no tiene prácticamente ninguna conexión con el fin de la adolescencia que es un fenómeno que abarca toda la persona y su relación con el entorno:
"Pero, +cuando empieza realmente? También aquí estamos sumidos en imprecisiones.
En la mujer existe un elemento clarísimo que es la menarca, es decir la primera menstruación, pero aquí no comienza la pubertad.
Este signo configuraría mas bien la coronación de un proceso que arranca mucho antes con el incremento en la secreción de hormonas que culmina en la aparición del flujo menstrual. El hacerse 'señorita', es el sello identificatorio psicofísico y social de este proceso.
La invasión hormonal al torrente sanguíneo hace posible la presentación de los caracteres sexuales secundarios, el cambio de la voz, un tipo femenino o masculino de crecimiento corporal, el aumento progresivo de las mamas en las niñas, el vello pubiano y axilar, el desarrollo de los órganos genitales, la barba. Los cambios psicológicos, etc.
La imprecisión y la ambigüedad se hace mas notoria aun en el varón en quien se dan todos los estos cambios sin tener un signo tan evidente como la menstruación. Sin embargo normalmente la simple observación visual con un poco de atención nos mostrara la diferencia entre un niño y un puber."6
"De los cambios que se producen en su organismo el que reviste mayor dramatismo es el que se refiere a la madurez sexual. El equilibrio logrado en el periodo de latencia se rompe, ya que, por ejemplo, un niño de 14 años que haya logrado su madurez sexual no ha conseguido la misma madurez en cuanto a sus conductas sociales, que le permitan adaptarse críticamente a su medio ambiente. Aunque biológicamente maduro, el adolescente es inmaduro emocionalmente. Como alguien dijo: el adolescente es un cuerpo maduro en una mente inexperta.
Esta condición madurez biológica e inmadurez emocional le produce un estado de tensión y se ve obligado a realizar un lento aprendizaje que le permitirá adquirir nuevas técnicas que faciliten su ingreso al mundo adulto. Esta compleja situación da lugar a la llamada crisis de la adolescencia"7
Es oportuno que volvamos a recalcar que esta crisis no es sinónimo de desastre (como pudo ser la "Crisis del Golfo Pérsico") sino como apertura y crecimiento.

Mejorar la autoestima: Una clave para alcanzar la felicidad

Elegir y descartar, eso es el vivir. Con acierto al escoger o al desechar se pone en juego una buena parte de ese futuro que a cada uno nos corresponde construir. Parafraseando una conocida canción podríamos decir que la vida es una barca con dos remos en la mar: uno lo llevan mis manos, otro lo lleva . el azar. O el destino, o la Providencia amorosa de Dios. ¡Qué diferencia en la calidad del vivir según las manos que llevan ese ... otro remo de nuestra barca!
La puerta de la felicidad se abre para fuera-, afirmaba Victor Franklrecordando a Kierkegaard. Por eso es propio de nuestro vivir el buscar la felicidad con la mirada puesta en el espíritu de servicio, en nuestra aportación a los demás. Pero, como nadie da lo que no tiene, es preciso poner empeño en el buen rendimiento de nuestros talentos, en lograr rendir las cuentas con la plusvalía que justamente les corresponde.
Hace ya bastantes años, celebraba un buen rato de tertulia en el Colegio Mayor Universitario Guadaira, de Sevilla, Rafael "el Gallo", maestro en el toreo, nos transmitía, sentenciando, pinceladas de sabiduría. La conversación desembocó en el ámbito de la felicidad y en un momento de intimidad el maestro afirmó: Se es feliz cuando se es aquello para lo que se ha nacido. He ahí una definición profunda y asequible de lo que es la vocacional personal. Ustedes posiblemente sepan que fue "el Gallo" quien, cuando le presentaron al joven Ortega y Gasset como filósofo, pronunció aquella frase famosa: Hay gente pa to. Es cierto, estamos gente pa to, pero no deja de ser curioso que "el Gallo" en su sabiduría, en su experiencia, en aquella tertulia con su frase, Se es feliz ..., enlazaba con la tradición clásica a la que tanto provecho sacó Ortega: el principio pindárico: Llega a ser el que eres, es decir, el que estás llamado a ser.
Cuánto importa saber de dónde venimos y adónde vamos. Es necesario para conocer nuestra posición actual y así, con destino y meta previstos, trazar nuestro itinerario, al menos en la parte que nos corresponde y que de nosotros depende. Punto de partida, meta e itinerario constituyen toda una necesidad vital.
¡Conócete a ti mismo!
Mi amigo Antonio es una persona muy ordenada y meticulosa. Siempre que adquiere un utensilio o aparato va en directo a las instrucciones. A veces ha de buscar entre mil idiomas o las encuentra con una infame traducción al castellano. Aún así las lee y relee con entusiasmo. Y es que valora sobremanera aquello que adquirió y su buen funcionamiento. También le he visto emplear horas y horas en torno a una agenda electrónica que le regalaron por Reyes. Su mujer es todo lo contrario, piensa que todo es fácil y asequible y se lanza con el coche nuevo, la cámara digital de fotos o lo que le echen. Y yo me digo que como no cambien habrá serios problemas de convivencia.
¡Pues más que cualquier electrodoméstico o aparatito valemos personalmente nosotros! Y con frecuencia no nos damos cuenta, no nos percatamos de esa imponente verdad.
¡Cuánta razón tenían los griegos al colocar en el dintel del templo de Delfos la leyenda Conócete a ti mismo! Quizás habría que colocarla en la mesa de despacho de cada uno o sobre la puerta del dormitorio. Eso sí, para aplicación personal y no para dar con el codo a quien nos acompañe y animarle a que se lo aplique él.
En la vida funcionamos con el capital que pensamos tener más que con el que realmente contamos. De ahí la necesidad básica de saber quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos y dónde nos encontramos.
Hay que entrar en la propia vida, poder madurar profundizando en nosotros mismos, hemos de buscar luces para que, llegando desde fuera, nos permitan conocer nuestra propia intimidad. Sólo así cabrá la coherencia y la unidad de vida capaz de propiciar felicidad. La madurez conlleva un mayor y mejor conocimiento, una más plena conciencia desde nuestro yo real de las circunstancias que nos integran, condicionan y enriquecen.
La forja de la Autoestima
A lo largo de la historia la consideración de la propia estima ha contado con periodos de más o menos valoración. El término autoestima es reciente, aún no aparece en los diccionarios. Pero la literatura en torno a la autoestima desborda revistas, conferencias, librerías y un gran espacio en Internet. Conceptualmente es un término subjetivo, a fin de cuentas. Es la apreciación que cada uno tiene de sí mismo y de sus capacidades.

Primera noche fuera de casa



No hace falta explicar demasiado el atractivo que tiene dormir en casa de un amigo para los chicos o chicas pre-adolescentes. son tan amigos que no les basta pasar todo el día juntos; también les encantaría dormirse contándose historias y aventuras. De hecho muchas veces las experiencias y recuerdos más agradables de la infancia tienen que ver con estas vivencias.
Pero, además, se trata de una situación que puede aprovecharse educativamente, siempre y cuando se cumplan unos requisitos:
- Que conozcamos con un alto grado de seguridad la familia de su amigo y que el ambiente en aquella casa sea saludable y acorde a nuestras ideas.
- Que nuestro hijo esté preparado para convivir con otras perdonas distintas de su familia.
CRECER EN AUTONOMÍA
Un error bastante frecuente de muchos padres consiste en pretender prolongar mas allá de lo debido la infancia de los niños impidiéndoles en la práctica que asuman responsabilidades. Sería perjudicial que a partir de los siete u ocho años, pensáramos que el hijo es aun demasiado pequeño para salir a dormir a la casa de una familia conocida (o de los primos por ejemplo).
Desde que son muy pequeños ya hemos ido acostumbrándoles a que coman y se vistan solos, a que aprendan su nombre y dirección, a que comiencen a hacer recados sencillos, a darles encargos en casa... Es una Regla de oro en educación debemos acostumbrarlos a ir haciendo por sí mismos lo que razonablemente y de acuerdo con su edad, son capaces de hacer. así cuando se planteen nuevas situaciones típicas de cada edad se encontrarán perfectamente preparados.
Las actividades que impliquen un cierto alejamiento de la "presencia" y "protección" de los padres son modos muy adecuados para ir dando pasos en autonomía.
¿SE PORTARÁ BIEN?
Una pregunta que puede venirnos a la mente es si nuestro hijo se portará bien, si tiene ese nivel mínimo de educación que le lleve a comportarse correctamente en una casa extraña. No basta, por ejemplo, que se muestre obediente o dócil con nosotros, porque algunos niños se convierten en otro tipo de personas cuando desaparece la vigilancia o cuando se encuentran en otro ambiente.
Casi como premisa, nuestro hijo ha de valorar la nueva situación en la que se encuentra; ha de darse cuenta de que no puede actuar del mismo modo ni con la misma familiaridad en su casa que en una extraña. Pero sin libertad, es decir sin ocasiones donde demostrarla, no podremos pretender que aprenda a tener buenos modales si no le damos las oportunidades.
Como padres no debemos limitarnos a decir "haz caso a todo lo que te digan", "come de todo", "pórtate bien"... Puede que, por poner un ejemplo, sepa que no se come con la boca abierta en la mesa, porque se lo hemos repetido varias veces. Pero no basta; también hay que proporcionarle la posibilidad de que cuando llegue a casa de sus amigos o bien cuide ese detalle sin que le digamos, o bien, por el contrario, no deje de mostrar sus interioridades bucales.
RELACIONES SOCIALES
Desde que son pequeños debemos habituarles a relacionarse con los demás y este tipo de situaciones pueden servirnos de ayuda. A estas edades comienzan a ampliar su círculo de amistades, a salir de sí mismos y a darse cuenta de que los demás pueden ser amigos suyos. Aunque se trate de una chica o un chico tímido, convivir cierto tiempo con otros chicos de su edad, fuera de casa, le obligará a poner en práctica sus habilidades sociales, saludar, mostrarse amable, responder a las preguntas... Todo un entrenamiento para el futuro.
PARA PENSAR...
- Algo que hay que tener muy en cuenta es conocer bien a la familia de su amigo, tanto porque a su vez, se trata de familias amigas (por razón de vecindad, de tener hijos en el mismo colegio o clase, etc.), como por las buenas y seguras referencias con las que contamos.
- Hay que tener más cuidado si es nuestra hija la que va a casa de una amiga, y esta tiene hermanos mayores que puedan dar un ambiente al que ella no esté acostumbrada.
- Aunque tenga muchas ventajas dormir en casa de un amigo, también hay que saber exactamente lo que van a hacer, porque quizá no sea conveniente si el amigo tiene televisión en su cuarto y van a quedarse hasta tarde viéndola solos; o si sus padres van a salir esa noche y no vuelven hasta tarde, etc.
- Se pueden aprovechar los días previos para terminar de ganar cierta batallas de orden, de higiene y buenas maneras; que deje perfectamente ordenada su ropa tirada cuando se duche o se asee, etc.
- A posteriori, puede ser una buena idea quedar con los padres de su amigo para preguntarles e interesarnos de como se ha portado, para conocer desde otra perspectiva el comportamiento del hijo.
- Y, en cualquier caso, ha de pasar cierto tiempo antes de la próxima vez que salga a dormir fuera, para que no se convierta en una costumbre o en capricho. También puede ser él quien invite a un amigo suyo a casa, lo que servirá para ir conociendo a sus amigos.

Anorexia y Bulimia



Anorexia
Frente al ideal de delgadez propuesto en la actualidad por la sociedad, muchos adolescentes inician una dieta estricta. Sintiéndose admirados por su entorno, dejan de alimentarse, adelgazando cada día más. Un alto porcentaje de adolescentes son anoréxicas y el número se eleva constantemente. Debido a que el trastorno puede ser fatal, las anoréxicas necesitan ayuda profesional para recuperarse Son los familiares quienes deben estimular a estas adolescentes a empezar un tratamiento.
Los medios proponen se sentía triste y se veía. Decidió, entonces comenzar una dieta. Todos los días controlaba su peso en la y hacía. Su caracter comenzó a cambiar, también su cuerpo. 
Las anoréxicas usan frecuentemente ropas grandes para ocultar su extrema delgadez. Los síntomas son:
  • Depresión. Se las ve retraídas y su máxima preocupación gira en torno a la comida.
  • Extrema dependencia a pautas impuestas por otros.
  • Exceso de amor a su propio cuerpo haciéndolas olvidar el amor a la vida de relación llevándolas al aislamiento.
  • La autoestima pasa por la balanza.
  • Insomnio e hiperactividad.
  • Cese de la menstruación o postergación de su iniciación.
  • Piel seca y fría, con vello en brazos, cara y espalda.
  • Distorsión de la imagen corporal: se ven gordas frente al espejo y se sienten gordas.
    Bulimia
    En la bulimia, son continuas las dietas y la oscilación del peso. Una alimentación crónica en bajas calorías, produce una sensación de hambre que desencadena los ciclos de " atracón y purga ". Los bulímicos a menudo se "atracan" de comida y luego se "purgan" a través de vómitos, abusando de laxantes, o tomando diuréticos. Los bulímicos también ayunan o hacen dietas muy rigurosas después de un " atracón ". Una de cada diez mujeres en edad escolar sufren de bulimia. Para cualquiera que sufra este trastorno de la alimentación, la atención profesional es el mejor camino para su recuperación.

    Los medios proponen se sentía triste y se veía. Comenzó la dieta de la, como no resultó, empezó otra y luego otra... se empezó a atracar, y luego a vomitar.
    Los bulímicos se atracan y vomitan desde una vez por semana a cinco veces por día. Hay otros síntomas observables:
    • Constante preocupación por la comida.
    • Miedo extremo a aumentar de peso.
    • Distorsión de la imagen corporal; se ven gordas frente al espejo y se sienten gordas.
    • Piel seca y pelo quebradizo.
    • Glándulas inflamadas debajo de la mandíbula como consecuencia de los vómitos, que hace aparecer la cara como más gorda.
    • Depresión y cambios de ánimo.
    • Fatiga y sudoración fría debido al rápido cambio de nivel de azúcar en la sangre.
    • Acuden al baño enseguida después de ingerir alimentos.
    • Vómitos autoprovocados, uso de laxantes y diuréticos.




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